No uses a tu favor mi debilidad. Porque sabes que si me sonríes, caigo de nuevo en la incertidumbre de perder cada uno de los motivos por los que me alejé de ti. No seas desleal. Quédate ahí, inmóvil, como siempre. Quédate inmóvil, pero completamente, sin usar siquiera las palabras, las miradas induciendo a la confusión. Quédate ahí, junto a tus miedos inmaduros, junto a tu grata certeza de saberte ajeno a los peligros que podría acarrearte el enamoramiento.
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Mostrando entradas de 2011
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No me importa nada por mucho que me empeñe, estoy jugando y no me importa nada. Tú juegas a tenerme, yo juego a que te creas que me tienes. Serena y confiada invento las palabras que te hieren, y no me importa nada. Tú juegas a olvidarme, yo juego a que te creas que me importa, conozco la jugada sé manejarme en las distancias cortas y no me importa nada, nada , que rías o sueñes que digas o que hagas.
Necesidad de escribir. De explicar...
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Llegas a un punto en tu vida en el cual te vas dando cuenta de las cosas. Las criticas no te afectan y vas sabiendo mejor lo que quieres. Donde salir un sábado y que te amanezca bailando y riendo con tus amigas es todo lo que necesitas para librarte de una semana horrible llena de cosas que poco valen la pena en realidad. Es ese punto de tu vida donde te das cuenta que has crecido, pero todavía no demasiado, donde todavía estás a tiempo de cometer mil errores más de los que ya has cometido. Pero esta vez sabes que es diferente. Esta vez sabes que si fallas podrás recuperarte mejor y más rápido que la última vez que lo has hecho. Porque te vas haciendo fuerte. Te vas acostumbrando a que la gente te decepcione. A las falsas apariencias. A que nadie sea perfecto a pesar de que todos lo quieran aparentar. Aprendes a vivir con ello, a no asustarte ni a desilusionarte. Porque ya sabes como van las cosas... más o menos. Pero un día sales a la calle, es un día normal, puede que llueva o que ha...
Mientras tanto, simplemente viviría.
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Era una mujer que cometía errores, que a veces lloraba un lunes por la mañana o por la noche en la cama. Era una mujer que a menudo se aburría de su vida y le costaba mucho levantarse para ir a trabajar. Era una mujer que con frecuencia tenía un mal día, se miraba al espejo y se preguntaba por qué no iba más a menudo al gimnasio. Era una mujer que a veces detestaba su empleo y se cuestionaba por qué razón tenía que vivir en este planeta. Era, en fin, una mujer que a veces entendía mal las cosas. Por otra parte, también era una mujer con un millón de recuerdos felices, que conocía el significado del amor verdadero y que estaba dispuesta a gozar de la vida, del amor y a crear nuevos recuerdos. Tanto si tardaba diez meses como diez años, ella obedecería el mensaje de él. Fuera lo que fuese lo que le aguardaba, sabía que abriría su corazón y lo seguiría allí donde éste la llevara.
Su plan habìa sido sencillo: pasar juntos el resto de su vida.
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Podría convencerte de que soy piloto de un avión de papel. Podría venderte lo inverosímil, alquilarte lo surrealista. Puedo convencerte por las buenas. Sonreírte por las malas. Podría podrías. Pero contigo no puedo... no si me miras a los ojos. Eres el único capaz de desarmarme. Y nunca es bueno quedarse sin balas.
Tanto tienes tanto vales, es la enseñanza primera.
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Para ser gente de bien, ser un alguien importante, lo primero es estudiar y lo segundo es olvidarte de las cosas que tu corazón te mande. Que aunque te hagan feliz no sirven pa' comer. Y si tienes suerte ya veremos lo que pasa, quizas llegue a opositar, tal vez consiga una plaza, un buen puesto en oficinas del estado. Y olvidaré las tonterías que soñé. ¡Qué no! ¡Qué no! Que no es verdad que no haya tiempo para cerrar los ojos y poder volar por otros cielos. Afortunadamente sé que no es verdad que hayamos muerto abandonados a la cruda realidad de no querernos.
Marea de recuerdos.
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A veces pienso que todos se han ido a algún lugar lejos de Bahía Azul y que yo me he quedado atrapado en el tiempo, esperando en vano que la marea púrpura de septiembre me devuelva algo más que recuerdos. No me hagas mucho caso. El mar tiene estas cosas; todo lo devuelve después de un tiempo, especialmente los recuerdos.
Donde termina el arco-iris
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Cuando ingresé en el colegio pensaba que los alumnos de sexto eran muy mayores y lo sabían todo a pesar de que no tenían más de doce años. Cuando cumplí los doce calculé que había que esperar a los dieciocho para saberlo todo. Cuando cumplí dieciocho pensé que al terminar la universidad ya sería una mujer madura de verdad. A los veinticinco aún no había ido a la universidad, seguía sin enterarme de nada y tenía una hija de siete años. Estaba convencida de que al llegar a los treinta tendría al menos algún indicio de hacia dónde iba mi vida. Pues nada, eso no ha sucedido. Así que estoy empezando a pensar que cuando tenga cincuenta, sesenta, ochenta o noventa años seguirá faltándome mucho para ser una persona sabia y que sabe dónde está. A lo mejor las personas que están en el lecho de muerte, que después de una vida muy larga han visto de todo, han recorrido el mundo, han tenido hijos, han pasado por experiencias traumáticas, han vencido a sus demonios y aprendido las leccione...
Aunque parezca un macarra, soy todo un sentimental.
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Y ante usted cae mi sombrero por tener tanta paciencia, porque sé que mi apariencia no es mejor que mis modales. Pero qué quiere que haga, yo me he criado en las calles. Donde no vale la pena el cuidar cada detalle, y el juzgar por lo que piensan los demás es de cobardes. Por lo menos yo soy claro, tirandito a transparente. Puedo tener mala pinta, pero no soy mala gente.
La lengua de las mariposas.
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-Cuando uno se muere... ¿Se muere o no se muere? -¿En su casa qué dicen? -Mi madre dice que los buenos van al cielo y los malos al infierno. -¿Y su padre? -Mi padre dice que de haber juicio final los ricos irían con sus abogados, pero a mi madre no le hace gracia. -¿Y usted qué piensa? -Yo tengo miedo... -¿Es usted capaz de guardar un secreto? -Si. -Pues en secreto... Ese infierno del mas allá no existe... El odio, la crueldad... eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos.
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Te detienes un momento y les miras. Te detienes en cada uno, en cada una. Te fijas en sus rasgos, en su pelo, en su risa y su sonrisa. En esas miradas cómplices que los une a todos. Juntos charlan y disfrutan, se insultan, incluso cae algún puñetazo. Se conocen, se conocen a fondo. Hay confianza. Cariño. Los sueños vuelan y los planes se multiplican. Y mirándoles me paro a pensar en todos aquellos sueños, todos aquellos planes que ya hemos realizado. En todo el tiempo que hemos compartido. Las peleas, las historias, las risas y las borracheras. Los problemas, las alegrías. Las bienvenidas y las despedidas. Las madrugadas y las noches hasta las tantas. Los inviernos, las primaveras, los otoños, y por encima de todo los veranos. Las vacaciones y las épocas de exámenes. Todas las horas, minutos y segundos que nadie se pueda imaginar. Mirándoles me doy cuenta de la suerte que tengo, de lo orgullosa que me siento. Orgullosa por no poder contar con los dedos de la mano a mis amigos por...
LSDV
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Recorrí pasillos y galerías en espiral pobladas por cientos, miles de tomos que parecían saber más acerca de mí que yo de ellos. Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco más. Quizá fue aquel pensamiento, quizá el azar o su pariente de gala, el destino, pero en aquel mismo instante supe que ya había elegido el libro que iba a adoptar. O quizá debiera decir el libro que me iba a adoptar a mí. Se asomaba tímidamente en el extremo de una estantería, encuadernado en piel de color vino y susurrando su título en letras doradas que ardían a la luz que destilaba la cúpula desde lo alto. Me acerqué hasta él y acaricié las palabras con la yema de los dedos, leyendo en silencio: La Sombra del Viento Julián Carax Jamás había oído mencionar aquel...
Llegar a la cama y joder... qué guarrada sin tí.
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Era ya casi media noche cuando llegamos al portal de casa de Bea. Habíamos hecho casi todo el camino en silencio, sin atrevernos a decir lo que pensábamos. Caminábamos separados, escondiéndonos el uno del otro. Bea caminaba erguida con su Tess bajo el brazo y yo la seguía a un palmo, con su sabor en los labios. Arrastraba todavía la mirada de soslayo que me había propinado Isaac al dejar el Cementerio de los Libros Olvidados. Era una mirada que conocía bien y que había visto mil veces en mi padre, una mirada que me preguntaba si tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Las últimas horas habían transcurrido en otro mundo, un universo de roces, de miradas que no entendía y que se comían la razón y la vergüenza. Ahora, de regreso a aquella realidad que siempre acechaba en las sombras del ensanche, el embrujo se desprendía y apenas me quedaba el deseo doloroso y una inquietud que no tenía nombre.
Whim.
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¿No lo entiendes? Deja que te lo explique. No es por su pelo, no, no lo es. Ni por su sonrisa. Ni por esa maldita manera que tiene de caminar, de acercarse, de sujetarte la cara y de besarte. No es por como me habla ni por como me mira. En realidad no tiene nada que ver con él. Porque si no fuese por mi no estaría siquiera pensando en escribirle. La culpa es mía, por caprichosa. Porque me he empeñado en tenerte. En formar una mínima parte de ti. Me he empeñado en que seas tú de quien hable y que seas tú el que me acompañe. Y si sigues pasando de mi lo único que vas a conseguir es que me empeñe más, y que me empeñe y me empeñe y me empeñe hasta el punto que no puedas hacer otra cosa que estar conmigo. Pero, siento decirte, cariño, que en el momento en el que consiga que me hagas caso puede que deje de empeñarme tanto. Los caprichos es lo que tienen.
Seguir la trayectoria que llevan las nubes...
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Dime que yo.
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-Qué te crees, ¿que no se te nota el miedo? ¿El pánico que te da cuando llegues a casa, cierres la puerta y veas que estás sola? Porque te vas a quedar sola. Quédate conmigo. Soy lo que soy, pero haré cualquier cosa por ti esta noche. -Dime que te parezco hermosa. -Dime que vas a ser mía. -Dime que me quieres. -Dime que no me vas a abandonar nunca. -Dime que no vas a dejar que te abandone. -Dime que nunca jamás habrá otro hombre. -Dime que no vas a pedirme nada que no quiera darte. -Dime que no vas a hacer preguntas. -Dime que nunca conociste a nadie como yo. -Dime que todos estos años no hiciste otra cosa que esperarme. -Dime que no tienes un pasado. -Dime que eres virgen. -Dime que vas a ser mi esclavo. -Dime que me vas a entregar tu alma a cambio de nada. -Dime lo que quiero escuchar o muérete. -Quiéreme...
Capaz.
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No, no digas nada. Yo hablaré. ¿Me has echado de menos? Porque yo a ti mucho. Eres un verdadero tirano, ¿sabes? Me cuesta estar enfadada contigo, pero esta te la guardo. No te hagas ilusiones. Me gustaría hablar pasando del juego... por una vez. ¿Te gusta mi vestido? Se lo he birlado a mi hermana. Tenía este o otro rojo tipo bomba nuclear o algo así... Debí ponerme ese... lo sé. He debido pasarme más o menos tres horas frente al espejo. Pero ha merecido la pena, ¡estoy guapa! Y espero gustarte si no te meto un tortazo. ¡Espera! Shhhh... Por dónde iba... El problema es que si me dijeras "me encantas" no podría creérmelo. Julien, ya no se cuándo es un juego y cuándo es verdad. Estoy perdida. ¡Espera,espera! No he terminado. Dime que me quieres. Dímelo porque yo jamás me atreveré a decírtelo primero. Me daría miedo que pensaras que es un juego. Sálvame, te lo suplico.
El niño con el pijama de rayas.
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-Lamento que no hayamos encontrado a tu padre -dijo Bruno. -No pasa nada. -Y lamento que no hayamos podido jugar, pero lo haremos cuando vayas a visitarme. En Berlín te presentaré a... ¿cómo se llamaban? -se preguntó, y sintió una frustración porque se suponía que eran sus tres mejores amigos para toda la vida, pero ya se habían borrado de su memoria. No recordaba ni sus nombres ni sus caras-. En realidad -dijo mirando a Shmuel-, no importa que me acuerde o no. Ellos ya no son mis mejores amigos. Miró hacia abajo e hizo algo poco propio de él: le tomó una diminuta mano y se la apretó con fuerza. -Tú eres mi mejor amigo -dijo-. Mi mejor amigo para toda la vida. Es posible que Shmuel abriera la boca para contestar, pero Bruno nunca oyó lo que dijo porque en aquel momento hubo una fuerte exclamación de asombro de todas las personas del pijama de rayas que habían entrado allí, y al mismo tiempo la puerta se cerró con un resonante sonido metálico. Bruno arqueó una ceja; no entendía qué pasa...
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-Este debe de ser un buen trabajo -dije-. Conductor de funiculares. El ascensorista del cielo. Marina me miró, escéptica. -¿Qué tiene de malo lo que he dicho? -pregunté. -Nada. Si eso es todo a lo que aspiras. -No sé a lo que aspiro. No todo el mundo tiene las cosas tan claras como tú. Marina Blau, premio Nobel de Literatura y conservadora de la colección de camisones de la familia Borbón. Marina se puso tan seria que lamenté al instante haber hecho aquel comentario. -El que no sabe adónde va no llega a ninguna parte -dijo fríamente. Le mostré mi billete. -Yo sé adónde voy. Desvió la mirada. Ascendimos en silencio un par de minutos. La silueta de mi colegio se alzaba a lo lejos. -Arquitecto -susurré. -¿Qué? -Quiero ser arquitecto. Eso es a lo que aspiro. Nunca se lo había dicho a nadie. Por fin me sonrió. El funicular estaba llegando a la cima de la montaña y traqueteaba como una lavadora vieja. -Siempre he querido tener mi propia catedral -dijo Marina-. ¿Alguna sugerencia? -Gótica. Da...
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La lógica me decia que no volvería a ver este lugar de nuevo y eso es lo que hice, sobreviví, seguí respirando. Y un día esa lógica resulto estar equivocada porque la marea trajo una vela con que navegar. Y aquí estoy, de vuelta, en Memphis, hablando contigo, tengo hielo en mi vaso... Y he vuelto a perderla otra vez, estoy muy triste por no tener a Kelly pero me alegro de que estuviera conmigo en aquella isla. Y ahora se lo que debo hacer, seguir respirando, porque mañana volverá a amanecer y quien sabe que traerá la marea.
Me acurruco al calor de mis pelotas.
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Se hace largo el camino sin tí.
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Cae tras la ventana el aguacero inquebrantable. Más arriba un cielo gris de pensamientos ruge enfadado, cabreado. Y mi cabeza ruge a su vez, de acuerdo con la lluvia y con el color que acompaña al día. Y fuera hace frío, mucho frío... Un frío que traspasa los cristales y el hormigón, que traspasa la ropa y la piel. Un frío que cala hasta los huesos. Que llega hasta el alma. Un frío de ausencias y soledad. De pérdidas. De tristeza. Un frío de lluvia... Una lluvia que tiene sabor a echarte de menos.
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Dicen que, cuando sueñas, las caras de las personas desconocidas que salen en el sueño son en realidad las caras de gente con la que te has cruzado por la calle, gente que ha pasado por tu vida y que, subconscientemente, su cara queda registrada en tu memoria, haciendo que, sin querer, aparezcan en esas realidades difusas a las que denominamos sueños. Recuerdo que llegué a una pequeña estación de tren escondida entre las brumas de un bosque que prometía secretos y maravillas. Recuerdo el entusiasmo al bajarme de aquel tren color escarlata que se perdía en la negrura de la noche y las ganas de abandonarlo y continuar hacia delante, hacia ese bosque encantado que me atraía con hilos invisibles y juraba en silencio una paz y una seguridad que no daba su aspecto. Recuerdo las ausentes ganas de resistirme a ese embrujo y lo rápido que este se quedó a mis espaldas. No consigo olvidar como aquellos muros de piedra emergieron de entre las ramas y la ansia con la que sorteé los últimos metro...
Always
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-No sé cómo ni por qué ha ocurrido, pero creo que estaba escrito que yo debía venir aqui - dijo él -. Para conocerte. Durante años he echado de menos algo en mi vida, pero no sabia qué era. Y ahora lo sé. Ella cerró los ojos. -Yo tambien - susurró . Él le besó el pelo y luego apoyó la mejilla en su cabeza. -¿Me echarás de menos? Adriienne se obligó a sonreír. -Cada instante de mi vida.
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-¿Qué es lo que tiene esa mocosa que tú no tengas de sobra? Tu bella sonrisa no se puede comparar. -¿Qué hay de su pulso? -Sobrevalorado está. ¡Sobreestimado! ¡Exagerado! Si con nuestros ojos él te viera... Y en el dedo de esa tonta su anillo no está, y no toca el piano, ni canta así, no te puede alcanzar. -Ella puede respirar -¿Y qué? No importa. ¡Sobreestimado! ¡Exagerado! Tendría que apreciar que eres especial. Si con nuestros ojos él te viera... -Si una vela toco sé que nada sentiré, si me cortas es igual no sangraré. Y yo sé que ella está viva y que muerta yo lo estoy, pero sufro en realidad, no diréis que no es verdad. Aún me quedan lágrimas que derramar... -Tan solo es destacable en la miserable que muy viva está. ¡Sobreestimado! ¡Exagerado! Todos saben que se trata de un estado temporal, que se cura enseguida cuando llega el final. ¿Y qué? No importa. ¡Sobreestimado! ¡Exagerado! Si con nuestros ojos él te viera... -Si una vela toco sé que nada sentiré, sobre el hielo o b...
Aquí... en cualquier lugar.
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No cometerás actos impuros.
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Somos de barro y no de piedra, creados para hacer el amor y no la guerra. En algún libro he visto más de 5.000 estilos kamasutra, sodoma y gomorra, por ahí van los tiros. Es divertido el roce del preservativo. Solos tú y yo , celebrando que seguimos vivos . Tonto, ¿no ves que el mundo es porno? ¡Qué vas a hacer! Si los ojos se van sin querer... Y la sangre se altera sin ser primavera. No sé por qué, pero no controlo. Sólo sé que no sé por qué me jode dormir solo. Es el momento en el que mejor me siento. Y si estás de acuerdo, olvida el sexto mandamiento .
He?
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Buenos días, mundo. Niki se despereza. ¿Me haces un regalo hoy? Me gustaría levantarme de la cama y encontrarme una rosa. Roja no. Blanca. Pura. Para escribir en ella como si fuese una página nueva. Una rosa dejada por alguien que piensa en mí y a quien todavía no conozco. Lo sé. Un contrasentido. Pero me haría sonreír. La cogería uno a uno los pétalos y, con un rotulador azul, escribiría letra a letra, la frase de aquella canción tan bonita: " Entre los obstáculos del corazón hay un principio de alegría que me gustaría merecer... ", y después tiraría los pétalos por la ventana. El viento se los llevaría. Podía ser que alguien los encontrase. Que leyese la frase. Y que me viniese a buscar. Él, quizá. Ya. Pero, ¿quién es él?
I don't love you.
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-¿Lucas? -Sara, tengo que decirte una cosa... No siento nada por ti, y no lo he sentido nunca. -¿Cómo? No... no te creo, Lucas. ¿Y el beso? -¿El beso? ¿Sabes lo que me hizo sentir el beso? Me hizo sentir despreciable. Me di asco de mi mismo. -No es verdad, Lucas, sé que me quieres. -No vuelvas a acercarte a mi, Sara. -Estás con mi padre. Me estás diciendo esto porque estás con mi padre. Lucas, si me quieres dime que no me quieres. -...No te quiero. -Lucas, si me quieres dime que nunca estaremos juntos. -...Nunca estaremos juntos. -Si me quieres dime que soy una cría. -Eres una cría. -Te quiero. Te quiero, te quiero, Lucas, te quiero.
Marina
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La muchacha sonrió enigmáticamente. -¿Te gustan los misterios? Asentí. Creo que si me hubiese preguntado si me gustaba el arsénico, mi respuesta hubiera sido la misma. -¿Tienes algo que hacer mañana? Negué igualmente mudo. Si tenía algo, pensaría en una excusa. Como ladrón no valía ni un céntimo, pero como mentiroso debo confesar que siempre fui un artista. -Entonces te espero aquí, a las nueve -dijo ella, perdiéndose en las sombras del jardín. -¡Espera! Mi grito la detuvo. -No me has dicho cómo te llamas... - Marina.
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Marina me dijo una vez que sólo recordamos lo que nunca sucedió. Pasaría una eternidad antes de que comprendiese aquellas palabras. Pero más vale que empiece por el principio, que en este caso es el final. En mayo de 1980 desaparecí del mundo durante una semana. Por espacio de siete días y siete noches, nadie supo de mi paradero. Amigos, compañeros, maestros y hasta la policía se lanzaron a la búsqueda de aquel fugitivo al que algunos ya creían muerto o perdido por calles de mala reputación en un rapto de amnesia. Una semana más tarde, un policía de paisano creyó reconocer a aquel muchacho; la descripción encajaba. El sospechoso vagaba por la estación de Francia como un alma perdida en una catedral forjada de hierro y nuebla. El agente se me aproximó con aire de novela negra. Me preguntó si mi nombre era Óscar Drai y si era yo el muchacho que había desaparecido sin dejar rastro del internado donde estudiaba. Asentí sin despegar los labios. Recuerdo el reflejo de la bóveda de la estació...
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Y nuestros gritos se mezclaban con los vuestros, para animaros, para apagar el miedo, para deciros que estábamos ahí, con vosotros. Y, de repente, yo, la americana que había huído de Nueva York, hija de una patria que había luchado contra la tuya, en medio de tanta humanidad al fin recuperada, me sentía alemana; y, en la ingenuidad de mi adolescencia, a mi vez, murmuré "Ich bin ein Berliner", y lloré. Lloré tanto, Tomas...
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Dulce no hacer nada, dulce posponer, balancear los pies contemplando cómo gira el mundo, ir, ir, esperar dulcemente la hora de comer, mirar cómo crece la hierba, cómo se evapora el agua, tranquilamente, a la sombra, dejándose acariciar por una brisa fresca, redondear las pompas de pensamientos que estallan en el aire apenas se hacen demasiado serios o demasiado graves, estar ligeros, transformar las horas en meses como una hoja arrastrada por la corriente de un río, dulcemente vencidos, sí, estar así...
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¿Cuántas noches me dormí en tu mirada, en el recuerdo de la risa que nos entraba de repente por las calles de la ciudad gris? A veces tu abuela me decía, cuando me dejabas sola con ella, que no creía en nuestro amor. Que no duraría. Había demasiadas diferencias entre nosotros. Pero cada vez que volvías y me abrazabas, la miraba por encima de tu hombro y le sonreía, segura de que no tenía razón.
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-¿Sabes?, tiene gracia, todos encontramos buenas excusas para no permitirnos amar, por miedo a sufrir, por miedo a que un día nos abandonen. Y, sin embargo, cuánto amamos la vida, pese a saber que algún día nos abandonará. -No digas eso... -Deja de proyectarte en el futuro, Julia. No hay platos rotos que reparar. Sólo hay cosas que vivir, y nunca ocurre como uno había previsto. Pero lo que puedo decirte es que la vida pasa a una velocidad de vértigo. ¿Qué haces aquí conmigo en esta habitación? Vete, ve a caminar tras los pasos de tus recuerdos. Querías hacer balance, así que vete, vete corriendo. Hace veinte años estabas aquí, ve a recuperar esos años mientras aún estás a tiempo. Tomas está en la misma ciudad que tú esta noche, ¿qué importa que lo veas o no? Respiráis el mismo aire. Sabes que está aquí, más cerca de ti de lo que lo estará nunca. Sal, párate bajo cada ventana iluminada, levanta la cabeza, pregúntate qué sientes cuando creas reconocer su silueta tras una cortina; y si pi...
Take me with you
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Si supieras, Tomas, cuánto miedo tuve ese día, miedo de no conocer jamás tus labios. Habías entrado en mi vida como suele llegar el verano, sin avisar, con esa luz radiante que descubre uno por las mañanas. Me acariciaste la mejilla con la palma de la mano, tus dedos recorriendo mi rostro y dejaste un beso en cada uno de mis párpados. Gracias fue la única palabra que pronunciaste, cuando ya te alejabas. Grité: " ¡Llévame contigo! Quiero conocer a esa abuela por la que te marchas ", y no aguardé tu respuesta; volví a tomar tu mano, y te juro que habrían sido necesarias todas las fuerzas del mundo para lograr separarme de ti.
Banned.
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Queda prohibido llorar sin aprender, levantarte un día sin saber qué hacer, tener miedo a tus recuerdos. Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños. Queda prohibido no demostrar tu amor, hacer que alguien pague tus deudas y mal humor. Queda prohibido dejar a tus amigos, no intentar comprender lo que vivieron juntos, llamarles solo cuando los necesitas. Queda prohibido no ser tú ante la gente, fingir ante las personas que no te importan, hacerte el gracioso con tal de que te recuerden, olvidar a toda la gente que te quiere. Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo, no creer en Dios y hacer tu destino, tener miedo a la vida y a sus compromisos, no vivir cada día como si fuera un último suspiro. Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte, olvidar sus ojos, su risa, todo, porque sus caminos han dejado de abrazarse. Olvidar su pasado y pagarlo con su presente. Queda prohi...
Smile
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-¡Veinte años, maldita sea, no estamos hablando de seis meses! -¡Diecisiete! Tiempo de sobra de divorciarse varias veces, a no ser que se haya cambiado de acera, como tu amigo Stanley. -¡Y encima tienes la cara de hacer bromas! -Ah, el humor, qué maravillosa manera de lidiar con la realidad cuando ésta te golpea en plena cara; no sé quién dijo eso, pero qué razón tenía.
Cumbres Borrascosas.
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Mis grandes sufrimientos en este mundo han sido los sufrimientos de Heathcliff, los he visto y sentido cada uno desde el principio. El gran pensamiento de mi vida es él. Si todo pereciera y él quedara, yo seguiría existiendo, y si todo quedara y él desapareciera, el mundo me sería del todo extraño, no parecería que soy parte de él. Mi amor por Linton es como el follaje de los bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno muda los árboles. Mi amor por Heathcliff se parece a las eternas rocas profundas, es fuente de escaso placer visible, pero necesario. Nelly, yo soy Heathcliff, él está siempre, siempre en mi mente; no como un placer, como yo no soy un placer para mí misma, sino como mi propio ser.
I kept my promise.
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¿Sabes?, cumplí mi promesa. ¿Recuerdas ese café oscuro en el que me hiciste jurar que, si algún día el destino nos separaba, debía ser feliz a toda costa? Sé muy bien que lo decías porque a veces mi manera de quererte te asfixiaba, habías sufrido demasiado por la falta de libertad para aceptar que yo atara mi vida a la tuya. Y, aunque en ese momento te odié por empañar mi felicidad evocando lo peor que podía pasarnos, cumplí mi palabra.
Que siento que te debo el mundo cuando sonríes.
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Tú buscabas a alguien, yo pensaba que se trataba de una mujer, pero era tu amigo de infancia. Él y su familia habían logrado pasar al otro lado del Muro diez años antes, y desde entonces no habías vuelto a verlo. Pero ¿cómo encontrar a un amigo entre miles de personas que se abrazan, cantan, beben y bailan por las calles? Entonces dijiste que el mundo era grande, y la amistad, inmensa. En medio de esa multitud gigantesca, un rostro se volvió hacia nosotros. Vi cruzarse vuestras miradas, un hombre de tu edad te observaba fijamente. Casi sentí celos. Entonces Knapp dijo tu nombre: "¿Tomas?" Vuestras siluetas se veían hermosas sobre las calles adoquinadas de Berlín Occidental. Abrazaste a tu amigo. La alegría reflejada en vuestros rostros era sublime. Antoine lloraba, y Mathias lo consolaba. Si hubieran estado tanto tiempo separados, su felicidad al reencontrarse habría sido la misma, le juraba. Tú apoyaste la cabeza en el hombro de tu mejor amigo. Viste entonces que yo te est...
La Sombra del Viento.
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Suspiro una vez más ante esa historia que se me escurre entre los dedos. Ante ese final y ese adiós de personajes que siento como amigos. Cierro las tapas no de un libro, sino de un mundo que me da la bienvenida con una sonrisa cada vez que necesito huir de la realidad que me rodea. Camino por esas calles a través de los ojos de Daniel, acompañada de Fermín, cuidada por el señor Sempere o enamorada de los encantos secretos de Beatriz Aguilar. Disfrutando de la amistad ciega de Tomás. Viviendo en el caserón de la Avenida del Tibidabo. Odiando al infame inspector Fumero. O añorando a escondidas la historia de Julián. Sus lugares ya son mis lugares, sus amigos ya son mis amigos, y las balas de sus enemigos también me podrían atravesar a mi. Una vez más concluyo una novela que en silencio acompaña mis días, una novela que en su día me hizo un poco más sabia, haciéndome conocedora de lo que por aquel entonces ignoraba. Concluyo páginas y páginas que, al leerlas, me enamoran, me envuelven y ...
Chiquitines...
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Dejas atrás un lugar rechazando el siguiente, sabiendo que no encontrarás nada como lo que dejaste atrás, echando de menos, llorando recuerdos, odiando al lugar al que te diriges. Pero entonces llegas, es el primer día, y no va tan mal. Incluso tienes ganas de volver al día siguiente. La gente es extraña, te mira raro, eres nueva, pero esas cuatro personas que conoces te ayudan, te guían, te sonríen y te comprenden. Y sin darte cuenta te vas haciendo a ese sitio que tanto maldeciste, vas conociendo sus costumbres, vas adaptándote a la gente, vas siendo una más. Cada día estás más a gusto. Cada día se va incorporando gente a tu vida que minuto a minuto pesa más. Cada día te sientes más en casa. Pero justo en ese momento te das cuenta. Ya no llueve, hace sol. Ya no usas chaquetas, hace calor. Ya no haces nada en clase, porque se está acabando el curso. Y ese lugar, esas paredes, esos pasillos, esos profesores y toda la gente que te pareció extraña al principio pesa, pesa muchísimo, pesa...
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A la altura del perejil se han quedado todos mis sueños, me hago un vestido con tó lo que he perdido y ya tiene sentido sonreír. Lleva volantes pa' mentir, para ondularme como el trigo, y así decir, que desde que te has ido la bailo igual contigo que sin ti , Si intentas comprender mis noches de desvelo me quieres comprar con puñaos de caramelos, manojos de perder, con jugo de los charcos, machaca el almirez, me tienes en tus manos, y ojalá te vaya bien , y pa pasar el rato tú siembra para ti, y más cuando me callo, me callo lo que hay, lo que hay es lo que toca y pa tocar el corazón es mejor no abrir la boca , A la altura del perejil se han quedado todos mis sueños, me hago un vestido con tó lo que he perdido y ya tiene sentido sonreir, lleva volantes pa mentir, para ondularme como el trigo, y así decir, que desde que te has ido aún nadie me ha vencido , Hoy quiero poner mi reino de despojos en estos lugares, donde la primera vez pusimos al alba a hacer malabares, y ...