-Este debe de ser un buen trabajo -dije-. Conductor de funiculares. El ascensorista del cielo.
Marina me miró, escéptica.
-¿Qué tiene de malo lo que he dicho? -pregunté.
-Nada. Si eso es todo a lo que aspiras.
-No sé a lo que aspiro. No todo el mundo tiene las cosas tan claras como tú. Marina Blau, premio Nobel de Literatura y conservadora de la colección de camisones de la familia Borbón.
Marina se puso tan seria que lamenté al instante haber hecho aquel comentario.
-El que no sabe adónde va no llega a ninguna parte -dijo fríamente.
Le mostré mi billete.
-Yo sé adónde voy.
Desvió la mirada. Ascendimos en silencio un par de minutos. La silueta de mi colegio se alzaba a lo lejos.
-Arquitecto -susurré.
-¿Qué?
-Quiero ser arquitecto. Eso es a lo que aspiro. Nunca se lo había dicho a nadie.
Por fin me sonrió. El funicular estaba llegando a la cima de la montaña y traqueteaba como una lavadora vieja.
-Siempre he querido tener mi propia catedral -dijo Marina-. ¿Alguna sugerencia?
-Gótica. Dame tiempo y yo te la construiré.
El sol golpeó su rostro y sus ojos brillaron, fijos en mí.
-¿Lo prometes? -preguntó, ofreciendo su palma abierta.
Estreché su mano con fuerza.
-Te lo prometo.

Comentarios

  1. HOla cariñooo! :) Que bonita entrada!! me ha encantadoo! esque no se, ademas cuando le dice que el se le construira... me ha parecido tan romantico y tan bonito! ^^ ainss... en fin, un beso muy grande cieloo!

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  2. "El que no sabe adónde va no llega a ninguna parte"
    Que gran frase, tan buena como su autor =)

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