Recuerden, recuerden, el 5 de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora para evocarla sin dilación.
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Mostrando entradas de 2012
You say goodbye
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Una niña morena juega en una fuente cercana, lleva un vestido blanco y un lazo rojo muy bonito anuda su melena. Está haciendo hondas con mirada perdida, triste. Pronto me di cuenta de que aquello era un sueño, uno entre tantos que había tenido en los últimos días. Todo es silencioso, extraño. La plaza está vacía y yo, de repente, soy hondas en la fuente que se extienden y desaparecen con rapidez. Pero ya no es una mirada la que se refleja en mi, sino dos. De nuevo aparece ese pelo rubio, esos ojos inquietantemente azules. Todo se vuelve caóticamente tranquilo y, en cuanto los reconozco, fluye el ruido. Los rostros desaparecen entre la angustia dejando una única rosa flotando sobre las ya inexistentes hondas. Todo se sume de nuevo en un silencio incompleto, el tic-tac del reloj marca las dos y media de la madrugada y tras la ventana llueve, como siempre aquí, como últimamente en mi. El reflejo de la ventana muestra que el vestido blanco ha sido reemplazado por un pijama lila y que en l...
Mi mejor amigo
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Mi amigo Óscar es uno de esos príncipes sin reino que corren por ahí esperando que los beses para transformarlos en sapo. Lo entiende todo al revés y por eso me gusta tanto. La gente que piensa que lo entiende todo a derechas hace las cosas a izquierdas, y eso, viniendo de una zurda, lo dice todo. Me mira y se cree que no le veo. Imagina que me evaporaré si me toca y que si no lo hace, se va a evaporar él. Me tiene en un pedestal tan alto que no sabe cómo subirse. Piensa que mis labios son la puerta del paraíso pero no sabe que están envenenados. Yo soy tan cobarde que por no perderle, no se lo digo. Finjo que no lo veo y que sí, que no me voy a evaporar. Mi amigo Óscar es uno de esos príncipes que harían bien manteniéndose alejados de los cuentos y de las princesas que los habitan. No sabe que es el príncipe azul quien tiene que besar a la bella durmiente para que despierte de su sueño eterno, pero eso es porque Óscar ignora que todos los cuentos son mentiras, aunque no todas las men...
K de Karma
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A veces hasta la mejor de las personas toma decisiones precipitadas, malas decisiones, decisiones de las que somos conscientes que nos arrepentiremos a la mañana siguiente. Recogemos lo que hemos sembrado... esto es el karma. De una forma u otra nuestro karma nos hará enfrentarnos a nosotros mismos. Y en realidad no podemos quejarnos de nuestro karma; no es injusto, no es inesperado, sólo iguala la balanza.
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Al final no puedes evitar hablar de ciertas cosas. Hay que escuchar, a veces hablamos porque no podemos estar callados más tiempo. Hay cosas que exceden a las palabras, son productos de la acción. A veces hablas porque no hay alternativa. Otras cosas te las reservas, y no siempre, pero de cuando en cuando, algunas cosas hablan por si solas.
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Halley, no sé cómo hacer que me escuches, pero tal vez... sólo escúchame. Nunca encuentro las palabras adecuadas, pero a veces las palabras son lo de menos. El amor es algo más que palabras, el amor son hechos. Lo que hice, salir huyendo, fue una estupidez. Los dos sabemos que el amor es un espeluznante concepto malvado, pero, ¿sabes? Si lo sientes te perseguirá como un perro hambriento, no importa lo lejos que te escondas. Espera no quiero decir que el amor sea un perro. Quiero decir que no pienso huir, te quiero Halley. Si el amor nos perjudica, superémoslo, sé que podemos conseguirlo. Y si tú estás dispuesta a dar el paso yo estaré esperándote .
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Y el humo me da la razón por esta vez. Es muy de día y me gusta tanto fumar y sonreír aquí sentado, mientras las pesadillas huyen, mientras las dudas resbalan como gotas de sudor al evaporarse y la neblina de los interrogantes se larga ante el delirio de las exclamaciones que se aproxima. Le digo adiós a este infierno de ausencias. Mientras tú vuelves para quedarte y yo vuelvo a soñar con el amor y sus consecuencias. [Escandar]
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Y entonces me alejo así, viéndole asombrado, mientras sonríe. Y soy feliz. Como hace mucho tiempo que no lo era... Culpable sólo de la inscripción que ocupa toda la fachada de su casa. Y ahora ya no tengo dudas. No tengo remordimientos. No tengo pasado. Sólo tengo unas ganas enormes de volver a empezar. Y de ser feliz. Contigo . Hasta lo he escrito: "Tengo ganas de ti".
Me preocupa sólo palpitar.
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Dicen que la adolescencia es una etapa de la vida que cualquier persona quiere dejar atrás. Se apresuran por crecer, por madurar. Ansían convertirse en adultos para que la sociedad les confiera esa credulidad de la que careces a los dieciocho. ¿Quién iba a tomarse enserio la mentalidad de un chaval cargado de hormonas? Y yo me pregunto, ¿por qué no? ¿Por qué ese empeño en infravalorar nuestras decisiones? Somos inestables, somos inexpertos pero, ¿qué tiene eso de malo? Disfrutamos cada día como si fuera el último, llevamos nuestras sensaciones al límite. Nos ilusionamos, nos decepcionamos y volvemos a confiar. Creamos un mundo nuevo con cada amigo que hacemos. Creemos en un futuro mágico que nos hará famosos cantantes o expertos escritores. Tenemos amores de un día, de seis meses o de dos años. ¿Y qué tiene eso de malo? ¿Acaso pecamos por soñar despiertos? O quizá es que este mundo está tan podrido que al final lo único que nos quede sea eso, "madurar", convertirnos en nuestr...
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A veces la vida es perfecta, ¿verdad? Tiene que serlo. Para compensar todos los inconvenientes que se te presentan. Tienes que aprender a andar, tienes que ponerte ese sombrero tan ridículo que te compró tu abuela. No tienes ni voz ni voto. Y cuando ya eres un poco mayor, aunque puedes escoger los sombreros, no puedes elegir los ingredientes de las albóndigas de la cafetería. Ni cuándo enamorarte. Las cosas ocurren y tienes que arreglártelas.
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-¿Vas a salir conmigo? -¿Cómo? ¡Ni hablar! -¿Nunca? -¡Nunca! -¿Por qué no? -No lo sé, pero será porque no quiero. -De acuerdo, no me dejas otra opción... Te lo preguntaré otra vez, saldrás o no saldrás conmigo. ¡Vaya! Me estoy resbalando. -¡Está bien! Vale, ¡deacuerdo! ¡Saldré contigo! -No lo hagas si no quieres. -¡No, no! Quiero hacerlo. -Dilo. -Quiero salir contigo. -Otra vez. -¡Quiero salir contigo! -Está bien, está bien, saldremos.
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Fuimos directos al punto final y en muchos momentos echamos de menos el camino que nos hemos perdido. Somos niños pequeños envejecidos, libros llenos de páginas rotas, cuerpos muertos engreídos que respiran cada cierto tiempo y por eso se creen algo más. Somos con mucho la mayor estupidez que podría haber ocurrido, y además nos encanta jactarnos de ello: nos colocamos el busto frente el espejo y nos corremos del susto cada vez que alguien suelta una verdad a cambio. Con las manos oxidadas de olvido de tierra acariciamos el muro de las limitaciones y lo besamos para que todos vean que no lo dudamos ni un segundo. En un mundo de mierda sólo los cerdos se sienten a gusto. [Escandar.]
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Escuché mi voz durante el tiempo suficiente para darme cuenta de dos cosas; la primera era que me había pasado los últimos tres días en un silencio tal que no me había dado cuenta de la segunda: mi voz sonaba apagada, sin fuerza. Denotaba una tristeza y una amargura que hubiesen marchitado la más feliz de las sonrisas. Era apenas un atisbo, una ínfima parte de la energía y la vitalidad que en aquel cuerpo había residido. Con la misma pasión que puse para hablar me levanté del sofá hecha un fantasma y me arrastré hacia la cocina. Reparé entonces en la penumbra total que reinaba en la casa. Había anochecido a escondidas. Ignorando el interruptor me sente entre las sombras, contemplando la ciudad extenderse a mis pies. Millones de luces la inundaban de una vida y una alegría que a mi no me alcanzaban. Me sentí intrusa en una ciudad que me había visto crecer, y noté que mi lugar estaba allí, entre las sombras de una cocina atrapada en el tiempo. Y supe entonces que no habría lugar en ...
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-Te dije que no iba a irme a ninguna parte. No temas, estaré aquí mientras eso te haga feliz. Le devolví la sonrisa e ignoré el dolor de mis mejillas. -Entonces, es para siempre, ya lo sabes. -Vamos, déjalo ya. Sólo es un enamoramiento de adolescente. Sacudí la cabeza con incredulidad y me mareé al hacerlo. -Me sorprendió que Renée se lo tragara. Sé que tú me conoces mejor. -Eso es lo hermoso del ser humano -me dijo-. Las cosas cambian. Se me cerraron los ojos. -No te olvides de respirar -le recordé. Seguía riéndose cuando la enfermera entró blandiendo una jeringuilla. -Perdón -dijo bruscamente a Edward, que se levantó y cruzó la habitación hasta llegar al extremo opuesto, donde se apoyó contra la pared. Se cruzó de brazos y esperó. Mantuve los ojos fijos en él, aún con aprensión. Sostuvo mi mirada con calma. - Ya está, cielo -dijo la enfermera con una sonrisa mientras inyectaba las medicinas en la bolsa del gotero-. Ahora te vas a sentir mejor. - Gracias -murmuré sin...
Carlos Ruiz Zafón
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Amanecí con los fríos rayos del sol de diciembre envuelta en sábanas y edredones aún cálidos de sueños y pesadillas recientes. Los sonidos de un nuevo día me dieron la bienvenida y el ajetreo proveniente de la cocina me instó a quedarme en la cama. Pensé con cierto recelo en la persona que hablaba al otro lado de la puerta de mi habitación y, a falta de sueño, pensé en algo que pudiese hacer sin que fuese necesario enfrentarme a los murmullos y reproches de aquella nueva anciana. Pronto encontré entretenimiento entre el polvo de las estanterías. Un tomo de mi escritor favorito sobresalía entre otros con un marcapáginas fijado muy cerca de la portada del libro. Lo sujeté entre mis manos, recordando cómo aquel pequeño universo de papel se había resistido a mi lectura semanas atrás, dejándolo olvidado entre sus hermanos ya vencidos. Me senté sobre la cama y le miré desafiante, dándole a entender que no saldría de allí sin haber quedado totalmente embrujada por la magia de su escritor. Abr...
Párate un segundo y reflexiona.
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¿Hasta qué punto tu vida es tuya? ¿Hasta qué punto controlas tu futuro? De lo único que somos dueños, si es que lo somos, es de las propias decisiones. Decisiones que tenemos que tomar a raíz de unos sucesos que nos son impuestos, cosas que no podemos controlar. ¿Cómo iba a evitar yo que te cruzases en mi camino? Cómo iba a saber yo... Si cuando nos conocimos yo adoraba infinitamente a mi chico y tú hablabas maravillas de la tuya. Cómo íbamos a saber nosotros la amistad y el cariño que iba creciendo si a nuestros ojos simplemente estábamos juntos diariamente por obligación y no por elección. Yo no sabía lo que iba a pasar, no sabía que me iba a quedar sola y que tú ibas a estar ahí. Sólo con el tiempo me di cuenta de que no estaba desilusionada con el chico por ser como era, sino por no ser como eras tú. Cada vez más tiempo juntos y cada vez más tiempo solos me dejó claras muchas cosas. El problema eras tú. ¿Cómo iba a atreverme yo a decirte nada si de tu boca sólo salía su nombre? Si ...