You say goodbye

Una niña morena juega en una fuente cercana, lleva un vestido blanco y un lazo rojo muy bonito anuda su melena. Está haciendo hondas con mirada perdida, triste. Pronto me di cuenta de que aquello era un sueño, uno entre tantos que había tenido en los últimos días. Todo es silencioso, extraño. La plaza está vacía y yo, de repente, soy hondas en la fuente que se extienden y desaparecen con rapidez. Pero ya no es una mirada la que se refleja en mi, sino dos. De nuevo aparece ese pelo rubio, esos ojos inquietantemente azules. Todo se vuelve caóticamente tranquilo y, en cuanto los reconozco, fluye el ruido. Los rostros desaparecen entre la angustia dejando una única rosa flotando sobre las ya inexistentes hondas. Todo se sume de nuevo en un silencio incompleto, el tic-tac del reloj marca las dos y media de la madrugada y tras la ventana llueve, como siempre aquí, como últimamente en mi. El reflejo de la ventana muestra que el vestido blanco ha sido reemplazado por un pijama lila y que en las lisas hondas del cristal tus ojos azules ya no están. Han desaparecido.

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