The first lullaby.

Los niños negritos no comen. No, no comen. Sus madres tienen los ojos sepultados en tumbas vivas, en cauces de ríos de lágrimas secas con barrigas preñadas de muerte. La esperanza de vida está por debajo de un año. Me cago en mi puta vida entonces. Se trafica con armas, con drogas, con hombres, con mujeres, con niños, con vidas, con ideologías, con Internet, con política, con poder, con sueños... con meterte el miedo en el cuerpo. Cada mañana me miro en el espejo y lo que veo no me gusta, entonces, en vez de comerme mi propia mierda fresca, te jodo a ti, te jodo a ti, te jodo a ti, y te jodo a ti. ¿Por qué? Porque la culpa, amigos, la culpa siempre es de los demás, sí... Y la enfermedad se llama vivamos la vida de los demás porque no tengo cojones ni sangre para vivir la mía. Tengo goteras en mi casa, goteras en mi curro, goteras en mi corazón... De las goteras en mi cabeza os hablo otro día porque ahora quiero dormir. Cuando duermo no pienso. No pensar... Yo sólo quiero volver, amigos, yo sólo quiero volver a las entrañas de mi madre. A nadar sumergido flotando en una paz infinita, en una duermevela blanca de un cuerpo y dos corazones abrazado por un cordón. Caliente. Protegido. Acurrucadito. Indefenso pero invulnerable. Yo sólo quiero volver al día en el que mi madre me cantó mi primera nana...

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