He's all.

Llegas a un momento en el que crees tener el control, en el que piensas "mi vida es mía", en el que crees que todo lo que haces, dices y piensas lo controlas tú, nada mas que tú. Y mientras el destino se ríe, se muere de la risa, deja que te confíes, que camines con seguridad, que te lo creas tanto que descuides tus pasos. Es en ese momento cuando el suelo se vuelve resbaladizo, y das un traspiés, y otro, y otro más. Llega gente a tu vida en la que jamás habías pensado, con las que jamás habías soñado. Y tu corazón se hace un poco más grande para acoger a esa persona especial, esa que tan bien te trata, que tanto te cuida. Que tanto promete y que algo más engaña. Tu vida se mezcla. Y da vueltas, y vueltas, y vueltas. Y entonces dudas. Y toda la seguridad, toda esa vida de la que creías tener el control se te escapa, se te escurre de las manos. Y piensas como una persona te ha hecho perder la seguridad de esa manera, e intentas enfadarte, intentas echar culpas innecesarias, buscar razones inexistentes. Pero pronto te das cuenta que la única razón es él. Él y sus sonrisas. Él y sus bromas. Él y sus preocupaciones. Y sus mensajes. Y sus palabras bonitas. Y todo lo demás, todos sus gestos, todo él. Tu vida cambia, tus costumbres también, todo empieza a girar un poco más a su alrededor. Lloras y te enfadas y ríes y sueñas. Y tienes miedo. Pero llegan esas palabras y el miedo se esfuma. Es una palabra inexistente. Porque él te promete que no dejará que nadie te haga daño. Cumple su promesa. Por lo tanto no le puedes reprochar nada cuando lágrimas que llevan su nombre te inundan la cara, no leiste la letra pequeña, no te diste cuenta que en esa promesa su persona no iba impresa en ella. Entonces te hace daño. Recuerdas cuando tenías tu vida en las manos, dudas, piensas qué pasaría si la hubieses aferrado con fuerza, si no la hubieses dejado caer con tanta facilidad. Pero él puede más que todas las dudas. Puede más que todos los sueños, que todas los miedos, que todas las promesas, que todas las traiciones. Él puede con el mundo. Puede con tu mundo. Y te das cuenta entonces de que le quieres. El tira y afloja se convierte en rutina. Rutina con fecha de caducidad. Se tiene que ir. Se va. Sin mi y sin nadie. Y veo que el suelo se mueve, se abre bajo mis pies. Ya no tengo camino, ya no tengo tierra sobre la que caminar. Él es mi tierra, mi suelo, mi camino, la luz y la oscuridad al mismo tiempo. La risa y el llanto. El miedo y todo el valor de este mundo en el mismo frasco. Él es él mismo conmigo. Por lo tanto, si él se va, puede que de mi ya no quede nada, ¿no?

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