-Te dije que no iba a irme a ninguna parte. No temas, estaré aquí mientras eso te haga feliz. Le devolví la sonrisa e ignoré el dolor de mis mejillas. -Entonces, es para siempre, ya lo sabes. -Vamos, déjalo ya. Sólo es un enamoramiento de adolescente. Sacudí la cabeza con incredulidad y me mareé al hacerlo. -Me sorprendió que Renée se lo tragara. Sé que tú me conoces mejor. -Eso es lo hermoso del ser humano -me dijo-. Las cosas cambian. Se me cerraron los ojos. -No te olvides de respirar -le recordé. Seguía riéndose cuando la enfermera entró blandiendo una jeringuilla. -Perdón -dijo bruscamente a Edward, que se levantó y cruzó la habitación hasta llegar al extremo opuesto, donde se apoyó contra la pared. Se cruzó de brazos y esperó. Mantuve los ojos fijos en él, aún con aprensión. Sostuvo mi mirada con calma. - Ya está, cielo -dijo la enfermera con una sonrisa mientras inyectaba las medicinas en la bolsa del gotero-. Ahora te vas a sentir mejor. - Gracias -murmuré sin...